La zorra de mi limpiadora

Me estoy planteando seriamente cambiar de residencia, lo cual no me gusta en absoluto, porque aquí estoy genial, me llevo bien con la gente, es un sitio bastante tranquilo y se ´han portado todos muy bien conmigo. Pero hay algunas costumbres aquí que están acabando con mi paciencia...
Lo del casero hijo de puta y su sompañero el barrigón cervecero fue, digamos, un hecho aislado...Pero lo que se repite cada día es la visita de la limpiadora. Al principio pensaba "qué guay, hay una señora que se encarga de limpiar lo swáteres, duchas y cocina, una preocupación menos", pero ahora estoy hasta la pituitaria de ella...
La dulce señora, que tiene un trato bastante afable y que en otras circunstancias no sería objeto de mis críticas, tiene la maldita puta costumbre de empezar a limpiar sobre las 6.15 de la mañana, lo cual me parece una falta de respeto hacia los que pagamos una pasta por tener un sitio donde dormir y descansar. Además, no se dedica a pasar el trapito cuidadosamente, no, sino a arrastrar su dichoso carrito de la limpieza, tirar de todas las cadenas, abrir puertas y ventanas y dejar la temperatura de la ducha casi a cero grados, lo cual es un gustazo cuando te levantas después de maldecirla de 6.15 a 7 para ir a la ducha y te encuentras con estalacticas colgando de la alcachofa. Y luego mi padre me pregunta: "pero cómo es posible que estés siempre resfriada? tanto frío hace en berlín? no te abrigas? qué haces?"
Y claro, no puedo decirle que es por culpa de la zorra de mi limpiadora, la misma que esparce lejía por todos sitios (cualquier día nos vamos a intoxicar), la que se lleva los trapos de secar los platos y los repone cuando le sale del mismísimo mientras mi cuchillo (sí, en singular, qué pasa) se oxida, y la misma que s epone a dar voces a modo de saludo con todo el que osa salir de su habitación a mear.
Lo dicho, que estoy pensando seriamente cambiar de residencia. Necesito descansar...