Hace mucho que no hablo de mis juergas; normal, no hay muchas que destacar. Pero el viernes pasado, de la manera más tonta, me divertí más de lo que habría cabido esperar.
El plan era hacer unas caipis en casa de Eli, con Nuria como invitada especial. A las 8 de la tarde me llama y me dice que se le ha inundado la casa, se le ha roto la caldera, y que, en fin, como siempre que hacemos planes, el mundo amenaza con pararse. Total, que entro en modo pijama (viernes noche, una semana currando con el puto proyecto de Carstens, reventá), y tres horas más tarde me vuelve a llamar y me dice que pasa, que está reventá pero que si no sale se muere de la pena (con otras palabras, que Nuri es muy diplomática). Total, que agarro mis bolsas de limas, limones, bacardi y demás y nos vamos pa casa de Eli. En cuestión de una hora cayeron 3 de esas, y no veas qué bien me sentaron. Pero lo mejor fue cuando suena mi móvil, lo cojo, esperando un mensaje de Nando y..¡oh, sorpresa! No era Nando, ¡era Diogo! ¡Qué gracioso! Que se iba para el Contagiarte, que si pensábamos pasar. Hmmm...¡ahora sí!
Total, que allí nos fuimos Eli, Marta y yo (Nuria entró en modo comatoso debido a cansancio agudo), y...¡qué bien me lo pasé! El Conta estaba vacío, la música era rara y los tíos estaban de un pesao que tela, pero es que este muchacho es taaan gracioso! Y además, pa sus 21 años, está tremendito, jiji...Vale, se me queda un poco pequeño, pero mirar es gratis, ¿no?
Tuvimos momentos quinceañeron total, como "te enseño mis tatus y me tocas la espalda, uy qué manos tan frías, jiji, ¿te están molestando? yo me encargo, sois muy divertidas, deberíamos salir más", y blablabla.
En fin, que un poco de mamoneo nunca viene mal; está bien sentirse atractiva de vez en cuando, para variar, y aunque todo sea producto del alcohol, la emoción y la paranoya, y como dicen en mi tierra...¡qué pollas! Son unos niños mú graciosos, y además, practicamos el portugués (que no tiene nada que ver con el francés, el griego ni ná de eso, tachún taaaaaaan, ¡chiste!).
Después de esto, os dejo unas fotos y me piro a dormir. Mañana os cuento la última del jefe, que no tiene desperdicio.
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