Ayer por la tarde bajé a Granada a hacer algo muuuy muuuy triste: despedirme de mi niña favorita. Mi Bea, Beitxi, que ya ha terminado la carrera y ha dejado su trabajo de azafata en la Alhambra para seguir trabajando unos meses más en Córdoba y así ahorrar y sacarse el carné para poder irse a Madrid a vivir con su amor, su Rober. Ayer se cerró una época maravillosa que comenzó el primer día de carrera, nada más llegar a la facultad, cuando, mientras esperaba para entrar a la primera presentación de la primera asignatura de la carrera (alemán B5, de la que hablaré más tarde), se me acerca Gema, mi inseparable Gema, a la que conseguí convencer en COU de que, si pensaba hacer filología inglesa, antes de eso debería hacer traducción, que tenía más salida. Y allí que íbamos las dos caxareño-zubiéticas a esa facultad que nadie conocía a estudiar una carrera que, cuando se la nombrábamos a la gente, nos preguntaban: "ah pero, ¿eso es una carrera?". Pues eso. Que ahí estaba esperando cuando se me acerca Gema acompañada por una delgadísima muchacha, morena, guapísima y con un arte que pa qué, y me dice: "mira, he encontrao una amiga pa tí, que también es de alemán y le gustan Reincidentes y Extremoduro". Y allí que nos dejó. Reincidentes y Extremoduro. A los 18 años ese tipo de cosas eran muuuy importantes. Pues eso, que empezamos a hablar y no podíamos parar: blablablabalbalablabla. Increíble. Entramos a la presentación de B5, donde el profesor, que sólo habló en alemán y a una velocidad increíble, dijo (en español) que el que no hubiese entendido todo lo que acaba de decir, que lo mejor que podía hacer era salirse de la clase y dejar la carrera, ya que allí nadie iba a bajar el nivel por nadie y había mucha gente en lista de espera que sí que lo habrían entendido pero que no habían podido entrar. Bea y yo nos miramos con cara de "Dios, dónde nos hemos metido".
Ya han pasado seis años de eso. Desde entonces nuestras vidas han cambiado muchísimo. Ya somos licenciadas (bueno, me queda un examen, pero ya sería mala suerte no aprobarlo), Bea ha decidido apostar por Rober como el chico definitivo, yo he descubierto cuál es la ciudad a la que pertenezco (al menos, a la que quiero pertenecer durante la siguiente época de mi vida), y ambas hemos compratido algunos de los años más difíciles y a la vez más intensos y hermosos de nuestras vidas. Juntas hemos llorado, reído, nos hemos emborrachado, hemos viajado, estudiado e incluso trabajado juntas de azafatas. La verdad es que podría escribir durante horas sobre ella, son tantas cosas y tantas anécdotas...
Ahora Bea ya no estará a una llamada de distancia. Sé que cuando baje a Granada no podremos quedar en el Flashback a echar un "servesón" a hablar del último sms de Rober o del nuevo cotilleo de la semana; ya no haremos glosarios para las clases de traducción juntas ni volveré a pasar por su piso enfrente del Mercadona del cual, siempre que entraba, sabía que saldría borracha, daba igual el día o la hora a la que fuese.
Pero sé que, lo que viene ahora, será aún mejor si cabe. Tal vez nos veamos menos, pero sé que cuando lo hagamos, todo seguirá igual que siempre. De hecho, así ha sido este año. La muy cabezona se pilló una promo de vodafone para llamarme a Berlín más barato siempre que le apeteciera...
En fin, que desde aquí le deso lo mejor, porque se merece eso y más, y espero que la próxima vez que nos veamos las dos hayamos alcanzado los objetivos que nos hemos propuesto. Y estoy segura de que así será.
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