Esta tarde he vuelto de Murcia. Bueno, he vuelto por los pelos, porque han estado a punto de dejarme allí. Sí, como lo leéis. A puntico. Estaban ya todos montados en el coche para salir y me he acordado de que la botella de agua que llevamos siempre en el coche se había quedado en la cocina; entro corriendo a buscarla, y mientras empieza mi abuela a chillarme: "¡Pilar, que se van, que tu padre se va!", y yo pensando que sería otra de las bromas del gañán que tengo por padre, que siempre está haciendo amagos de esos. Pues leches, que salgo a la puerta de la calle, y que sí, que se iban! He empezao a correr detrás del coche como en las pelis, y de pronto ha frenado en seco. Se para, me monto y le digo que vaya con la bromita, a lo cual me contesta: "Pues...¿sabes qué? Que no era una broma; que de verdad que no me he dado cuenta de que no estabas y ya me iba sin tí".
¿Pero cómo se puede ser tan cruel? ¿Cómo puede uno olvidarse a una hija como yo? ¡Pero si soy la bomba! Ya me imaginaba los titulares del día siguiente: "Hallada joven en estado catatónico recorriendo las solitarias carreteras que unen el murciano pueblo de Bullas con el pequeño municipio granadino de Cájar".
En fin, con vivencias así...¿cómo pretenden que sea normal?
1 comentario:
ajajajajajajajaja perdona que me ría del trauma pero ha sido gracioso! No te imagino yo corriendo detrás del coche a lo peliculero, tenías q haber lanzado una telaraña y montarte arriba del coche y sacar a tu padre del cuello y decirle q parara... tipo spíderman vaya... lo que se ve todos los días..
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