Por alguna extraña razón y desde hace algún tiempo éste es uno de los temas que más tiempo nos ocupa en las conversaciones entre amigos. Sin embargo, a pesar de ser un tema trillado y hablado hasta la saciedad, tengo que decir que no dejan de sorprenderme las reacciones y opiniones que cada uno de nosotros tiene al respecto, así como los diferentes modelos que relación que veo a mi alrededor.
En realidad, la mayor parte de las discusiones (entiéndase "discusiones" como "intercambios de opiniones" y no como "peleas") surgen a partir de la definición que cada uno tiene de "pareja", "relación" y "amor". Los hay desde los que no creen en el "amor" como sentimiento bioquímico-romántico hasta los que llevan su relación como el simple mantenimiento de una persona con la que hacer cosas ñoñas de vez en cuando, pasando por los que la basan en la amistad o en la economía.
Por mi parte no tengo nada que reprochar a esas conductas u opiniones, puesto que cada persona es diferente y son las experiencias previas las que nos hacen ver la vida de una u otra forma. Sin embargo, hay un par de puntos con los que no estoy de acuerdo, aunque se trate de meras cuestiones de forma. Por ejemplo, el uso de la palabra "novio/a". Para mí, esa palabra representa un estatus que nunca he considerado tener con ninguna de mis parejas, simplemente porque implica unas obligaciones de las que siempre he huido y creo que seguiré haciendo durante mucho tiempo. No sé por qué, pero esa palabra me suena a aburrimiento, monotonía y falta de amor, a comidas familiares y a ver la televisión con los suegros, aunque claro, supongo que todo depende de cada uno. Entiendo que es mucho más fácil decir "novio" que "chico con el que salgo", "mi pareja" o simplemente "fulanito", pero no me gusta dar nombres convencionales a cosas que no lo son.
Y luego están las ideas preconcebidas de relación. Hay personas que tienen miedo a embarcarse en relaciones nuevas por supuestas "malas experiencias anteriores". Yo entiendo que cuando se apuesta por una persona y las cosas no acaban de salir como habrían gustado, la situación resulta dolorosa e incluso incómoda (el abanico de posibilidades que "malas experiencias anteriores" encierra es demasiado amplio), pero me niego a creer que cerrarse en banda a según qué sentimientos (porque esto va por interés, por mucho que se diga) sea beneficioso para la persona. Creo que todos (o casi todos) los aquí presentes hemos tenido relaciones de todo tipo, unas buenas y otras malas, unas destructivas y otras constructivas, y que hemos conocido a personas de todo tipo con las que hemos vivido unas situaciones mejores o peores. Y, por supuesto, también creo que todo eso nos marca de una forma o de otra. Sin embargo, o al menos en mi caso, todas esas experiencias no hacen sino aumentar mis ganas de seguir adelante, de seguir conociendo gente, cada vez con las ideas más claras sobre lo que quiero y no quiero. Por supuesto no se trata de una cacería ni nada por el estilo; simplemente digo que hay que coger tanto lo bueno como lo malo de todo lo vivido y sacarle el mayor partido posible; en este caso, acotar las ideas.
Hoy por hoy encontrar a una persona con la que se esté agusto y en igualdad de condiciones es una tarea harto difícil. Cada vez somos más egoístas e intransigentes, cada vez tenemos menos paciencia y mejor consideración de nosotros mismos (el famoso "porque yo lo valgo"), y cada vez somos menos conscientes del efecto que esta premisa pueda o no tener sobre la gente que nos rodea. Eso, o que nos da igual y nos gusta hacerlo, lo que es aún peor. Unos andan desesperados a la caza y captura de alguien que comparta su grado de desesperación, otros se agarran a clavos ardiendo por tal de no ver lo que realmente pasa a su alrededor; otros simplemente se estancan en situaciones cómodas (aunque no por ello positivas) y otros simplemente huyen (quizá deba incluirme en este último apartado). Una discusión por el orden de los embutidos puede conducir a una ruptura de la misma forma que unos meses de ñoñerías pueden acabar en boda y creación de una familia. Creo que hemos olvidado lo que significa realmente conocer a alguien hasta el punto de querer compartir una parcela de nuestra vida con ella más allá del sexo, la risa o el sustento económico.
Creo que hemos olvidado lo que implica y significa despertarse todos los días al lado de una persona que, al igual que nosotros, tiene sus problemas, rarezas, inseguridades, miedos y manías, pero que a pesar de ellos, sigue acostándose junto a nuestro cuerpo todas y cada una de las noches sin mayor exigencia que esperar que nosotros hagamos lo mismo.
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