Somos tan complicados...
La verdad es que cuanto más conozco a la gente y a mí misma, más segura estoy de que no nos matamos los unos a los otros (todavía más) por meras convenciones sociales (bueno, y por no ir a la cárcel, desde luego). Con lo sencillo que sería ser sinceros los unos con los otros, aunque doliera, y evitarnos así todo lo que viene después... Pero bueno, que esto no lo digo por nada en especial; no quiero matar a nadie, no tengo ningún problema serio con (casi) nadie y estoy relativamente contenta con mi vida.
El caso es que hoy no he podido evitar pensar en lo mucho que hablo y lo poco que digo. Por decirlo de una forma resumida, vaya. Hay mil cosas que me corroen por dentro y que me encantaría poder gritar, pedir consejo y desahogarme, pero no me resulta nada fácil. Y repito, no será porque no hablo. Supongo que me he acostumbrado a pensar que en realidad son tonterías que no le interesan a nadie excepto a mí (como en realidad son), y que tener que explicarlo todo desde un principio y bien sería demasiado complicado, así que con un par de frases esquivo el tema y vuelvo al modo pasivo. Supongo que si viviera en EE. UU. y tuviera pasta sería adicta a los psicoanalistas, pero por suerte o por desgracia no tengo un duro, así que eso que me ahorro.
Pienso que, cada vez más, vivimos en un mundo que va demasiado rápido. Todos los días pasan mil cosas en el trabajo, con tu pareja, con tu familia, con el mundo, contigo, y cuando quieres pararte a analizar alguna te das cuenta de que eso que tanto te ha preocupado hoy mañana no será nada comparado con otra cosa. Y así continuamente. Y me pregunto, ¿hasta dónde podremos soportarlo? Por supuesto que todos nos adaptamos rápidamente a todo, pero, ¿es eso sano? ¿Contamos realmente con gente con la que poder "desperdiciar" nuestro precioso tiempo para pararnos a compartir nimiedades? Y todavía más importante: ¿estamos seguros de que son nimiedades?
No sé, tal vez simplemente sea que soy una quejica camino de la bipolaridad (otro día hablamos de eso) y que veo problemas allí donde realmente no los hay. Pero el caso es que a veces no puedo evitar pensar que no, que tengo razón, que nos hemos convertido en unos egoístas que no ven más allá de su propia nariz y que no nos preocupa nada que no seamos nosotros.
En fin. Que echaba de menos hablar mínimamente de mí con alguien. Así, tal cual. De MÍ.
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