Bueno, pues esta es la parte en la que saco el clínex y hablo de lo bonito que estaba todo, del calorcito y la luz tan magníficos que ha habido, y de lo mucho que lo echaba todo de menos. Por supuesto, mis hungaritos son los mayores culpables de todo, y es que aunque no me cuenten las novedades hasta que son historias pasadas (Oihana viviendo sola en Granada, Curro a punto de sacarse el carné, Javi con el de moto y a punto de ser antropólogo forense, Fran terminando el curso, Ana escapándose a Munich, Rubén de monitor escolar, Espe con sujetador mágico, PabloB haciendo proyectos sobre Oporto, etc...), yo los sigo queriendo igual.
La verdad es que apenas he tenido tiempo de hablar con ninguno en serio; Fran es con quien más tiempo he pasado de palique "profundo", intentando explicarle una décima parte de todo lo que pienso/siento/me pasa y viceversa, porque también este hombre tiene una vida muy poco aburrida... Con los demás apenas pude hablar mucho, tal vez con Anita un poco sobre su vida a caballo entre Granada y Munich, y con Javi y Espe anoche en las cruces de Cájar.
De los abrazos, me quedo con el de Rubén (os quiero a todos, pero es que ese fue mú bonico), y aunque apenas estuve con él veinte minutos seguidos, me encantó ver esos ojazos azules que tan jodidamente bien me conocen.
Como ya hablé con Fran, creo que tengo una crisis de morriña, aunque soy consciente de que no es oro todo lo que reluce ni mierda todo lo que huele mal (eso me lo acabo de inventar, pero queda la mar de bien); me apetece muchisísimo volver a Granada, pero la verdad es que ahora mismo no hay trabajo para mí allí, y , como Pakito me decía, también la dinámica del grupo ha evolucionado: apenas salen todos ya (parejas, trabajos, rolletes, etc...), y muchos de ellos se pasan semanas sin verse. Aún así, sigo pensando que, en este momento de mi vida, sería súper feliz en un pisito del centro. Muy probablemente a los 6 meses tendría otra vez el gusanillo de escaparme de nuevo, pero quién sabe...En fin, supongo que hoy no es el mejor momento para hablar de estas cosas porque no soy nada imparcial al respecto. El hecho es que estoy aquí y que tengo que sacarle el máximo partido posible, aunque a veces haya días (demasiados, diría yo) en que me den ganas de convertirme en eremita y huir de la gente. En fin, que malas épocas las tiene cualquiera, aunque espero que con la llegada del verano mejore el estado de ánimo general.
Eso, e ir pensando en las probables mini-vacaciones que vuelva a pedir para ir a la boda de Héctor, que se nos casa el 4 de julio...
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