Bueno, siguiendo con el tema central de estos días, he de decir que hoy he dado el primer paso de mi, digamos, vuelta a la normalidad.
Después del cabreo de anoche, de la depre y todo eso, esta mañana me he levantado temprano, he dado un paseo, he ido a comprar El País al Zoo (con su respectiva revista dominical que tanto me gusta), he leído al sol, y a las 1 he quedado con las chicas con las que hago el trabajo de García Márquez para desayunar en un brunch en un restaurante español. Ha sido de lo más agradable. La comida estaba buenísima, el café inmejorable, la paella para corrrrrrrerrrse y los choricitos también. Mientras comíamos hemos hablado del trabajo, hemos hecho la estructura y repartido los puntos de investigación, y sobre todo, hemos charlado. Las chicas son la una italiana y la otra alemana, pero ambas hablan español mejor que yo. Ha sido de verdad muy muy agradable. Después he vuelto a la residencia, cargada de energía positiva, y mientras me lavaba los dientes y me miraba al espejo, he decidido que no puedo dejarme ganar por la situación. Siempre he luchado por lo que he querido, nunca me he rendido ante nada, y he superado cosas peores que esta mierda; así que, como ya he comprobado que la gente es desagradecida por naturaleza y que nadie va a venir a ayudarme ni a preguntarse por cómo estoy, tengo que hacerlo yo. Si quiero algo de él, aunque sólo sea seguir como hasta ahora, tengo que ser yo la que luche por ello; y no por recuperar nada y ni llegar a nada, sino simplemente porque no puedo dejar que mi último mes aquí sea depresivo, gris y triste. Eso, y que aún no ha nacido la zorra que me quite lo que quiero, aunque sea un capricho. Alemanita vuelve a la carga, y esta vez, para quedarse.
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