Todos sabemos que las mejores conversaciones son las que se mantienen con un cubata en la mano a partir de las 3 de la madrugada en la barra de un bar. Si por estas charlas fuera, el mundo sería un lugar completamente distinto. Si de mí dependiera, por ejemplo, cambiaría la visión tan jodidamente machista que tenemos del sexo, tanto hombres como mujeres. A los 26 años, y completamente consciente de mi sexualidad y preparada para disfrutarla, todavía me siguen echando atrás ciertas situaciones que no consigo conciliar con mi forma de pensar. Simplemente, no las entiendo. ¿Por qué un hombre puede ponerle los cuernos a su novia y ser un macho a ojos de sus semejantes, y una mujer soltera no puede acostarse con cuantos y quienes le de le gana sin ser una puta? En fin, de esto ya he hablado varias veces, así que no voy a profundizar en el tema.
Mi indignación esta vez viene de otra visión, y es la que algunas mujeres tienen de las demás mujeres que han mantenido algún tipo de relación con un hombre con pareja. Lo diré de otra forma: en el ejemplo anterior, el del hombre que le es infiel a su pareja y que queda como Dior ante los ojos de los demás penes, ¿por qué la mujer con la que ha sido infiel es la culpable de todo a los ojos de las demás mujeres? ¡Si la mayoría de las veces son ellos los que no confiesan tener pareja! Y vamos a ver, si tú no respetas a tu pareja, ¿por qué tiene que hacerlo una desconocida que probablemente ni siquiera sepa que existe?
La verdad es que estas situaciones me desesperan hasta límites que no os imagináis. Supongo que llevar 11 años saliendo con un grupo de chicos tiene ventajas e inconvenientes, y entre estos últimos está el hecho de que conozco muchas de las reacciones que mantienen ante ciertas situaciones. Por supuesto, si los enfrentas a estas conversaciones, muchos negarán comportarse así, y de hecho, si se habla con ellos por separado, todos son totalmente tolerantes y liberales. Pero a la hora de demostrar su hombría, el pene les puede. Además, necesitan escudarse y defenderse entre ellos para el caso de que se vean en la misma situación, y en estos casos, el enemigo es siempre la mujer. Mientras la novia se queda en casa y otra chica sale a pasárselo bien, la primera es una pobrecita y la segunda una puta. Es así.
Pues como decía Oihana la otra noche, si entre nosotras no nos apoyamos, ¿quién va a hacerlo? ¿Por qué tenemos que ser siempre nosotras las que guarden las formas? Desde luego, nos merecemos lo que tenemos, por subnormales.
Este post me ha quedado algo obtuso, pero es que ayer me acosté de a las 7 de la mañana y me he levantado a las 11 con sabor a Barceló en la boca.
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