martes, 8 de septiembre de 2009

Úlcera

Este trabajo me está costando una úlcera, y además literalmente... Lo que yo pensaba que eran indigestiones se está convirtiendo en una posible pequeña úlcera de estómago; y es que café, malas comidas y estrés (sobre todo esto último) no son una buena combinación. En fin, si esto no mejora, habrá que ir al médico. Ayer envié unas pruebas a una agencia de Granada, a ver si me cogen aunque sea de freelance...

Hay tantas cosas que contar, que no voy a contar ninguna.

Mañana es el último día de Ana Nogueira, una de las mejores personas y traductoras de la empresa. ha sido valiente y ha decidido salir de aquí antes de que la quemen del todo, aunque sea para quedarse en su casa. Me parece la decisión acertada. En fin, que dice que a la salida igual se van a comer unos crepes de chocolate para celebrarlo (no pidáis más, que no lo hay), así que si se acuerda de re-invitarme, pues me apuntaré.

Ah, y mi compañera de piso es una pesadilla. Voy a tener que comprarme las aspirinas por lotes...

¡Foro húngaro!

¡Increíble! ¡Estoy impresionadísima!

Mis hungaritos... ¡han creado un foro húngaro de verdad! ¡Y están dejando mensajes! En fin, que habrá que ver lo que dura, lo que tardan en aburrirse, los que lo utilizan, etc., pero de entrada me parece algo fantástico y maravilloso.

Eso sí, como no le cambien el fondo negro ese tétrico que le han puesto, mis ojos se van a ir de vacaciones al país de Nunca Jamás.

¡Qué guay!

domingo, 6 de septiembre de 2009

La buena vida - Qué nos va a pasar

Hoy solo me apetece poner música y recordar canciones de épocas pasadas. Gran tema...

Niños mutantes - Elévame

Joé, y ahora ésta, que hace mil años que no la escucho y hay que seguir promocionando la música granadina. Algún día os dejaré algo de 091...

Cooper - Vértigo

Escuchando uno de mis discos de la época de Hamburgo, ha aparecido este tema y no he podido evitar emocionarme. Qué tiempos aquellos...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Gaia me odia

Es cierto, y se acaba de confirmar hace escasos diez minutos cuando, volviendo de tomar una cerveza en paz y fraternidad en el bar del pueblo, al pasa por unos edificios cualquiera, unos gamberros nos han vaciado un cubo de agua en la cabeza.

He gritado.

Después he vuelto a casa mojada y muerta de frío.

No me gusta esta ciudad.