lunes, 20 de octubre de 2014

Feminismo

Después de este fin de semana me veo en la obligación de mojarme más de la cuenta y decir que, para mí, el feminismo no es meter en cada frase el "todas y todos" o el "compañeras y compañeros", como tampoco lo es obligar a que tenga que haber una cuota de X mujeres por cada X hombres para hacer algo y que, si no las hay, no se haga. Tampoco lo es que salga un hombre a hablar y diga "porque nosotras pensamos", incluyéndose en el femenino, ni que otro chico tenga que dejar de hacer algo que quiere y le gusta para cederle su puesto a una chica que a lo mejor, y solo a lo mejor, no quiere hacerlo.

Tampoco creo que el feminismo sea exigir una paridad absoluta en todo ni aceptar la discriminación positiva como algo bueno, ya que no deja de ser eso: una discriminación. Ni siquiera creo que el feminismo sea adoptar una postura sexualmente agresiva en la cama para dejar claro que no te pueden someter de ninguna forma.

Para mí, el feminismo es denunciar a esa empresa que larga a tu amiga por quedarse embarazada o a ese entrevistador que te pregunta si tienes pareja estable y si piensas tener hijos algún día. Feminismo es no ponerte camisetas de Playboy, darle puerta a ese chico que te dice que si no te lo depilas como si tuvieras 10 años no te lo come o ponerte un escote y pintarte los labios de rojo porque "still not asking for it". Feminismo es actuar con normalidad, viviendo y dejando vivir. Feminismo es emprender medidas contra quienes infravaloran a las mujeres solo por serlo y no porque sean mejores o peores empleadas o personas. Feminismo no es defender que seamos todos iguales: es actuar con la convicción de que lo somos.

Por eso no hay que confundir machismo o feminismo con educación: que te sujeten la puerta cuando vas cargada no es machismo, es educación; rechazar que te la aguanten aunque eso haga que se te caiga todo al suelo no es feminismo, es estupidez. Que te inviten a cenar no es machismo, es cariño; no dejar que te inviten nunca a cenar no es feminismo, es cabezonería, y dejar que te inviten siempre a todo es de aprovechados.

Ya me quedo más tranquila. Los abucheos, en los comentarios. Y por favor: nunca, NUNCA, utilicéis la "@" como letra inclusiva. Nunca. ¡Ni siquiera es una letra!

lunes, 13 de octubre de 2014

No sé qué título darle, así que dejémoslo en «otra reflexión más de la pesada esta»

Hoy, contando a las Pechos que he decidido poner fin a algo antes de que se me fuese de las manos por el cariz que estaban tomando las cosas y porque basta de repetir los mismos errores y de tener que curar las mismas heridas y de sentirse como una mierda y total, lo mismo de siempre y siempre para nada, una de ellas me ha comentado que conmigo siempre tiene la impresión de que no lo cuento todo, y me ha dado que pensar. Lo cierto es que verdad. Nunca le cuento la historia completa a nadie, solo partes aquí y allá, en parte porque no sé resumir bien y, aunque no lo parezca, no me gusta hablar mucho de mí porque no me gusta aburrir y, en parte, porque para poder comprender los motivos de muchas de las cosas que hago o pienso tendría que contar cosas sobre mí que no sé si quiero que la gente sepa. Básicamente, compartimento tanto la información que a veces es normal que nadie entienda nada y pase un poco por loca, lo cual tampoco es que esté muy alejado de la realidad. Es como aplicar el «cut-up» de Burroughs, pero en versión cutre. ;)

En fin, solo eso. Y que qué pena lo otro, pero estoy segura de que, cuando se me pase, me lo agradeceré a mí misma. O no, como siempre.