miércoles, 26 de junio de 2013

El estrés de la comunicación

La comunicación me estresa.

Los que me conocéis sabéis que me encantan las redes sociales, los móviles y demás cosas, pero que detesto hablar por teléfono, chatear por Whatsapp y, en general, que me controlen a través de esos medios. De hecho, a mis clientes jamás les doy mi número de teléfono, cuando me llama un colega para preguntar algo suelo pasarle el móvil al amigo que esté más a mano y si me mandáis un mensaje/correo que no sea importante o exija una respuesta rápida y breve es probable que no conteste o lo haga con un lacónico "ok" o "vale".

Pues resulta que el resto del mundo piensa justo lo contrario y, no contento con eso, si no respondes, se enfada. Y Mucho. De hecho, en las últimas semanas, y por diversas circunstancias, me estoy comiendo unos marrones increíbles por chorradas del tipo "te he visto conectada y no me has respondido", "conéctate a Skype y hablamos" o "te he escrito por Facebook, Twitter, Gmail y WhatsApp y aún no me has contestado".

A ver, señores: que esté conectada no significa que esté disponible para tonterías, que esté disponible no significa que quiera invertir tiempo en según qué cosas y que no me apetezca hablar en ese momento tampoco significa que esté enfadada, triste, muriéndome o distante. Simplemente no me apetece. Y, desde luego, que me acribillen a mensajes por todos los canales no va a hacer que conteste antes, sino solo que me agobie y pase de la persona en cuestión. Y fíjense que aún no he hablado de trabajo ni de acosadores...

Esta mañana, sin ir más lejos, tenía entregas de trabajos a las 11 h, las 12 h y las 13 h con sus correspondientes correos, consultas y demás, y mi hermana quería que hablásemos por Skype 10 minutos por un tema. Yo solo necesitaba una respuesta de sí o no para comprarme un billete, pero ella quería contarme algo de su vida, cosa que me encanta, pero no tenía tiempo para eso. Después de muchas vueltas que no vienen al caso la situación ha acabado con mi hermana cabreada enviándome un correo de esos de "estoy superindignada" y un "vuela donde quieras, que ya me buscaré la vida". Lo mejor es que vuelo a Berlín y ella vive allí. Ains.

Hace tiempo que desistí de intentar que la gente comprenda que hay momentos en los que no tengo nada de tiempo para según qué cosas, pero de ahí a que mi tiempo sea menos importante que el de los demás... pues mira, no. Y no es lo mismo escribir un comentario tipo "Jajajaja, qué bueno" en Facebook que iniciar una conversación de "Cómo estás, qué es de tu vida, cuéntame, te cuento yo". El tiempo invertido es MUY distinto y los 5 minutos del Pomodoro tampoco dan para mucho.

En fin, que lo único que quiero es que no me estresen. Y, por cierto, si me preguntan muchas veces que si quiero tema y no digo nunca que sí, a lo mejor es que intento ser educada y no pisar la dignidad de nadie. Se me ocurre. Indirecta. Pilladla. Os quiero. Un abrazo.