Dia 2 - Preparación Manifestación Democracia Real Ya Berlin from Albert N. Romero on Vimeo.
lunes, 23 de mayo de 2011
Una de vídeos
Y ya que estoy, os dejo un par de vídeos que me han llamado la atención y que supongo algunos conoceréis.
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Sobre la Spanish Revolution
Estos días miles de personas en España y en todo el mundo hemos (digo "hemos" porque yo también he participado en las que he podido, y no por un sentimiento de unión hacia la masa), tomado plazas, calles y lugares emblemáticos por doquier. Al principio no estaba muy claro de qué iba nada ni cómo iba a acabar, pero poco a poco el movimiento fue tomando forma hacia una protesta generalizada por la situación política y económica de España. Hasta ahí bien.
Desde mi punto de vista, la base de este movimiento era justo aquello que llevaba mucho tiempo pensando y sintiendo: el hartazgo de tener una clase política más preocupada por el poder individual que por representar a la gente que la ha votado o por querer hacer de España un país mejor. Estoy cansada de leer cifras sobre paro juvenil, cansada de ver a tantísima gente preparada y con ganas de trabajar que no consiguen nada más allá de un contrato basura temporal (cuando no es en negro) y para puestos de baja calificación, cansada de no saber qué pasará conmigo de aquí a diez años, de que los gobiernos cada vez exijan más (más impuestos, más tasas, más años de trabajo, más, más, más) y den menos (menos ayudas sociales, menos puestos de trabajo, menos salidas, menos futuro, menos jubilación, cotización, menos, menos, menos), y, sobre todo, de que a mucha gente ni le importe ni quiera saber nada.
Es cierto que con las acampadas, las manifestaciones y todas estas historias no se iba a cambiar el mundo, básicamente porque el mundo no se cambia en quince días, eso deberíamos tenerlo todos claro, pero aún así, me parecía casi sorprendente que por fin un grupo de personas empezaran a gritar a los cuatro vientos lo hartos, indignados y hastiados que estaban.
Sin embargo, tengo que decir que todo esto me da un poco de miedo: miedo a que se pierda el espíritu que ha unido tanto a gente de izquierda como derecha a moverse de forma conjunta. Porque lo bonito de las acampadas era eso: ver a todos, jóvenes y mayores, de un partido o de otro, unidos por un bien común. Pero esto lo veo cada vez más difícil.
Durante la semana pasada acudí a 3 manifestaciones y asambleas aquí en Berlín. Me parecía emocionante ver a tanta gente de tantos sitios distintos de España expresando por fin algunas de mis mismas preocupaciones y con ganas de cambiar el sistema. Sin embargo, y como he leído por ahí, en España todos llevamos dentro un árbitro y un presidente del gobierno dentro, y eso hace que tirar de un mismo carro sea cada vez más difícil. Algunos de los comentarios que escuché fueron en defensa de que, por poner un ejemplo, las pancartas estuvieran escritas, además de en español, alemán e inglés, en todas las lenguas co-oficiales de España, de que se incluyeran reivindicaciones sobre la mujer, la inmigración y mil cosas más. Y no me malinterpretéis, me parece todo perfecto, pero creo que ese no es el camino. No nos hemos hemos reunido para escribir un programa electoral ni un partido político. No quiero que esto acabe siendo un movimiento "de izquierdas" que excluya al resto de la gente y que además les dé un motivo para criticarlo, como pasó anoche en la sede del PP de Madrid donde un grupo de gente gritaba "Esto es democracia y no lo de Sol". No, queridos, ese no es el camino. Lo que yo quiero es un movimiento unido que genere reflexión, un movimiento que genere nuevos políticos tanto de un lado como de otro, con ganas de mejorar las cosas y de buscar un cambio. Y que ellos se encarguen de redactar los programas electorales, de poner cabezas visibles y de dar discursos. Ese no es nuestro trabajo.
Por eso creo que es tan importante que sigamos unidos, tal vez no tomando calles y plazas, pero sí siguiendo presentes en la consciencia de los ciudadanos. Porque sé que no soy la única que piensa así, y porque me encantaría que llegase el día en que dejaran de escucharse consignas como "dónde están, no se ven, los niñatos del PP" o la antes mencionada "Esto es democracia y no lo de Sol". Basta de eslóganes manidos. Hasta me atrevería a decir que siquiera habría que tenerlos. Basta de intentar poner cabezas visibles a todo que luego sean más fáciles de cortar. Y basta también de manipulación mediática. Basta de trucos sucios y de burlas, tanto de unos como de otros. Basta de jerga comunista, porque no todos la comparten. Basta de desprestigiarnos los unos a los otros. Basta de pensar que cada uno goza de la verdad absoluta, porque no es así. Intentemos por una vez hacer algo juntos. Porque, señores, si no lo hacemos, ¿qué nos quedará al final? ¿Qué clase de futuro nos espera?
Piénsenlo y actúen en consecuencia.
Desde mi punto de vista, la base de este movimiento era justo aquello que llevaba mucho tiempo pensando y sintiendo: el hartazgo de tener una clase política más preocupada por el poder individual que por representar a la gente que la ha votado o por querer hacer de España un país mejor. Estoy cansada de leer cifras sobre paro juvenil, cansada de ver a tantísima gente preparada y con ganas de trabajar que no consiguen nada más allá de un contrato basura temporal (cuando no es en negro) y para puestos de baja calificación, cansada de no saber qué pasará conmigo de aquí a diez años, de que los gobiernos cada vez exijan más (más impuestos, más tasas, más años de trabajo, más, más, más) y den menos (menos ayudas sociales, menos puestos de trabajo, menos salidas, menos futuro, menos jubilación, cotización, menos, menos, menos), y, sobre todo, de que a mucha gente ni le importe ni quiera saber nada.
Es cierto que con las acampadas, las manifestaciones y todas estas historias no se iba a cambiar el mundo, básicamente porque el mundo no se cambia en quince días, eso deberíamos tenerlo todos claro, pero aún así, me parecía casi sorprendente que por fin un grupo de personas empezaran a gritar a los cuatro vientos lo hartos, indignados y hastiados que estaban.
Sin embargo, tengo que decir que todo esto me da un poco de miedo: miedo a que se pierda el espíritu que ha unido tanto a gente de izquierda como derecha a moverse de forma conjunta. Porque lo bonito de las acampadas era eso: ver a todos, jóvenes y mayores, de un partido o de otro, unidos por un bien común. Pero esto lo veo cada vez más difícil.
Durante la semana pasada acudí a 3 manifestaciones y asambleas aquí en Berlín. Me parecía emocionante ver a tanta gente de tantos sitios distintos de España expresando por fin algunas de mis mismas preocupaciones y con ganas de cambiar el sistema. Sin embargo, y como he leído por ahí, en España todos llevamos dentro un árbitro y un presidente del gobierno dentro, y eso hace que tirar de un mismo carro sea cada vez más difícil. Algunos de los comentarios que escuché fueron en defensa de que, por poner un ejemplo, las pancartas estuvieran escritas, además de en español, alemán e inglés, en todas las lenguas co-oficiales de España, de que se incluyeran reivindicaciones sobre la mujer, la inmigración y mil cosas más. Y no me malinterpretéis, me parece todo perfecto, pero creo que ese no es el camino. No nos hemos hemos reunido para escribir un programa electoral ni un partido político. No quiero que esto acabe siendo un movimiento "de izquierdas" que excluya al resto de la gente y que además les dé un motivo para criticarlo, como pasó anoche en la sede del PP de Madrid donde un grupo de gente gritaba "Esto es democracia y no lo de Sol". No, queridos, ese no es el camino. Lo que yo quiero es un movimiento unido que genere reflexión, un movimiento que genere nuevos políticos tanto de un lado como de otro, con ganas de mejorar las cosas y de buscar un cambio. Y que ellos se encarguen de redactar los programas electorales, de poner cabezas visibles y de dar discursos. Ese no es nuestro trabajo.
Por eso creo que es tan importante que sigamos unidos, tal vez no tomando calles y plazas, pero sí siguiendo presentes en la consciencia de los ciudadanos. Porque sé que no soy la única que piensa así, y porque me encantaría que llegase el día en que dejaran de escucharse consignas como "dónde están, no se ven, los niñatos del PP" o la antes mencionada "Esto es democracia y no lo de Sol". Basta de eslóganes manidos. Hasta me atrevería a decir que siquiera habría que tenerlos. Basta de intentar poner cabezas visibles a todo que luego sean más fáciles de cortar. Y basta también de manipulación mediática. Basta de trucos sucios y de burlas, tanto de unos como de otros. Basta de jerga comunista, porque no todos la comparten. Basta de desprestigiarnos los unos a los otros. Basta de pensar que cada uno goza de la verdad absoluta, porque no es así. Intentemos por una vez hacer algo juntos. Porque, señores, si no lo hacemos, ¿qué nos quedará al final? ¿Qué clase de futuro nos espera?
Piénsenlo y actúen en consecuencia.
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yo y el mundo
lunes, 16 de mayo de 2011
Reconfigurándome
Hoy he caído en la cuenta de lo abandonado que tengo esto y de la cantidad de cosas que querría haber contado hasta ahora y que obviamente ya no recuerdo. Básicamente, para los que no lo sepan, finalmente me lié la manta a la cabeza y me vine a Berlín. Sí, sí, por fin, ¿no? Tanto dar por saco con eso de "¡yo quiero, yo quiero!", pues ea, la niña se salió con la suya. ¡Y aquí estoy!
Vivo en Neukölln, el barrio turco por excelencia, aunque en una parte céntrica y bien comunicada (nada de barrios en mitad de la nada, que me da yuyu), y tuve la suerte de dar con una casa que me encanta gracias a Rike, una amiga de los años de facultad. Es el pisito de soltera que siempre había querido: un dormitorio con una cama inmensa, un salón bastante grande con sofás, tele y mesas (nada fácil de encontrar hoy por hoy), una cocina muy apañá y un baño. La próxima vez que haga limpieza os lo enseño.
Y por lo demás, bien. La verdad es que estos meses lo que más me preocupa es trabajar para vivir. Nunca sé si voy a llegar a fin de mes, si los clientes me pagarán a tiempo o si tendré que pedir dinero a mis padres, pero bueno, de momento voy consiguiendo mantenerme y gracias a Dior tengo la suerte de que mi familia más cercana siempre va a estar ahí para ayudarme. Eso, y que no me avergonzaría tener que pedir ayuda (aunque si puedo evitarlo a base de patatas y arroz, lo evito).
Con los clientes, más o menos lo de siempre. He tenido que plantarme con algunos respecto a las tarifas, porque no tiene sentido trabajar todos los días miles de horas para que luego no te llegue el dinero a fin de mes, y bueno, algunos lo han llevado bien y otros no. También me he quitado de trabajar fines de semana (siempre y cuando pueda evitarlo) y me he reestructurado el horario laboral. Nada de trabajar por las noches (también si puedo evitarlo). Obviamente, el capital manda, y si la oferta es buena, compensa echar unas horas más. Pero sólo si compensa.
La vida social, tranquila. Claro está que echo de menos el rollito granadino de salir casi todas las noches a tomar un par de cervezas, a darte una vuelta y acabar de vez en cuando un martes arrastrándote a casa a las 5 de la mañana más p'allá que p'acá, peeeero, aunque quisiera, no me lo podría permitir, así que me he hecho amiga de las series, las películas y los fines de semana de paseos por la ciudad. Eso no quiere decir que me haya convertido en una ermitaña; intento salir siempre que puedo, pero también tengo que comprender y comprendo que los amigos que dejé aquí tienen sus propias vidas, y no puedo esperar llegar y arrasar con todo. Aún así, no tengo ni una sola queja. Adoro las jornadas gastronómicas con Ralph, Sergio, Pablo y Mónika (que volverá, sé que volverá), las noches de maromeo con Rafa e Ileana y las veladas germanas con Marcel, Susanne, Flo, Andi, René, Andrea, Sebastian y todo el que se apunte.
Y respecto al proyecto "corazón roto", pues ahí vamos. Poco a poco voy recuperando la confianza en mí misma, que es lo que más perdí, y a veces me sorprendo pensando en que me apetece volver a la escena sentimental. Bueno, ya es un logro. Y aunque tal vez algunos no lo entendáis, una de las cosas que más me ayuda casi sin querer es la gente de Twitter . Me sigue pareciendo asombroso el efecto que a veces tiene en mí una frase de apenas 140 caracteres de una persona que puedo o no conocer personalmente (y seamos francos, conozco a muy pocos) y que a su vez apenas sabe nada de mí. No sé, me parece entrañable la forma en que se establecen ciertas relaciones: no te conozco, no me conoces, pero quiero que estés bien. Es curioso, pero muchas de estas personas conocen unas facetas mías que dudo que nadie se haya molestado en conocer en la vida real.
Por lo demás, pues bien. Alejarme de casa me esta sentando estupendamente, necesitaba escapar de todas las cosas que me estaban ahogando: las relaciones familiares, los amigos cargantes (que con todo el dolor de mi corazón ha que reconocer que algunos lo son), los malos rollos acumulados, los malentendidos y, cómo no, LA persona. Es curioso, probablemente él ni siquiera tenga idea de nada de esto, pero bueno, la verdad es que tampoco se ha molestado mucho en enterarse. Y ahora ya no me importa tanto. Soy consciente de que no volveremos a ser los amigos que hemos sido siempre, aunque a veces echo de menos esa complicidad y confianza que durante tanto tiempo tuvimos. Aunque bueno, lo que está roto se puede arreglar. Lo importante es poner cada pieza en su sitio. Y por eso, entre otras cosas, estoy aquí. Para encontrarme, reestructurarme y reconfigurarme. Y de momento, yo diría que voy por buen camino.
Señores, seguiremos informando, espero que antes de tres meses. Gracias por seguir ahí.
Vivo en Neukölln, el barrio turco por excelencia, aunque en una parte céntrica y bien comunicada (nada de barrios en mitad de la nada, que me da yuyu), y tuve la suerte de dar con una casa que me encanta gracias a Rike, una amiga de los años de facultad. Es el pisito de soltera que siempre había querido: un dormitorio con una cama inmensa, un salón bastante grande con sofás, tele y mesas (nada fácil de encontrar hoy por hoy), una cocina muy apañá y un baño. La próxima vez que haga limpieza os lo enseño.
Y por lo demás, bien. La verdad es que estos meses lo que más me preocupa es trabajar para vivir. Nunca sé si voy a llegar a fin de mes, si los clientes me pagarán a tiempo o si tendré que pedir dinero a mis padres, pero bueno, de momento voy consiguiendo mantenerme y gracias a Dior tengo la suerte de que mi familia más cercana siempre va a estar ahí para ayudarme. Eso, y que no me avergonzaría tener que pedir ayuda (aunque si puedo evitarlo a base de patatas y arroz, lo evito).
Con los clientes, más o menos lo de siempre. He tenido que plantarme con algunos respecto a las tarifas, porque no tiene sentido trabajar todos los días miles de horas para que luego no te llegue el dinero a fin de mes, y bueno, algunos lo han llevado bien y otros no. También me he quitado de trabajar fines de semana (siempre y cuando pueda evitarlo) y me he reestructurado el horario laboral. Nada de trabajar por las noches (también si puedo evitarlo). Obviamente, el capital manda, y si la oferta es buena, compensa echar unas horas más. Pero sólo si compensa.
La vida social, tranquila. Claro está que echo de menos el rollito granadino de salir casi todas las noches a tomar un par de cervezas, a darte una vuelta y acabar de vez en cuando un martes arrastrándote a casa a las 5 de la mañana más p'allá que p'acá, peeeero, aunque quisiera, no me lo podría permitir, así que me he hecho amiga de las series, las películas y los fines de semana de paseos por la ciudad. Eso no quiere decir que me haya convertido en una ermitaña; intento salir siempre que puedo, pero también tengo que comprender y comprendo que los amigos que dejé aquí tienen sus propias vidas, y no puedo esperar llegar y arrasar con todo. Aún así, no tengo ni una sola queja. Adoro las jornadas gastronómicas con Ralph, Sergio, Pablo y Mónika (que volverá, sé que volverá), las noches de maromeo con Rafa e Ileana y las veladas germanas con Marcel, Susanne, Flo, Andi, René, Andrea, Sebastian y todo el que se apunte.
Y respecto al proyecto "corazón roto", pues ahí vamos. Poco a poco voy recuperando la confianza en mí misma, que es lo que más perdí, y a veces me sorprendo pensando en que me apetece volver a la escena sentimental. Bueno, ya es un logro. Y aunque tal vez algunos no lo entendáis, una de las cosas que más me ayuda casi sin querer es la gente de Twitter . Me sigue pareciendo asombroso el efecto que a veces tiene en mí una frase de apenas 140 caracteres de una persona que puedo o no conocer personalmente (y seamos francos, conozco a muy pocos) y que a su vez apenas sabe nada de mí. No sé, me parece entrañable la forma en que se establecen ciertas relaciones: no te conozco, no me conoces, pero quiero que estés bien. Es curioso, pero muchas de estas personas conocen unas facetas mías que dudo que nadie se haya molestado en conocer en la vida real.
Por lo demás, pues bien. Alejarme de casa me esta sentando estupendamente, necesitaba escapar de todas las cosas que me estaban ahogando: las relaciones familiares, los amigos cargantes (que con todo el dolor de mi corazón ha que reconocer que algunos lo son), los malos rollos acumulados, los malentendidos y, cómo no, LA persona. Es curioso, probablemente él ni siquiera tenga idea de nada de esto, pero bueno, la verdad es que tampoco se ha molestado mucho en enterarse. Y ahora ya no me importa tanto. Soy consciente de que no volveremos a ser los amigos que hemos sido siempre, aunque a veces echo de menos esa complicidad y confianza que durante tanto tiempo tuvimos. Aunque bueno, lo que está roto se puede arreglar. Lo importante es poner cada pieza en su sitio. Y por eso, entre otras cosas, estoy aquí. Para encontrarme, reestructurarme y reconfigurarme. Y de momento, yo diría que voy por buen camino.
Señores, seguiremos informando, espero que antes de tres meses. Gracias por seguir ahí.
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