lunes, 16 de mayo de 2011

Reconfigurándome

Hoy he caído en la cuenta de lo abandonado que tengo esto y de la cantidad de cosas que querría haber contado hasta ahora y que obviamente ya no recuerdo. Básicamente, para los que no lo sepan, finalmente me lié la manta a la cabeza y me vine a Berlín. Sí, sí, por fin, ¿no? Tanto dar por saco con eso de "¡yo quiero, yo quiero!", pues ea, la niña se salió con la suya. ¡Y aquí estoy!

Vivo en Neukölln, el barrio turco por excelencia, aunque en una parte céntrica y bien comunicada (nada de barrios en mitad de la nada, que me da yuyu), y tuve la suerte de dar con una casa que me encanta gracias a Rike, una amiga de los años de facultad. Es el pisito de soltera que siempre había querido: un dormitorio con una cama inmensa, un salón bastante grande con sofás, tele y mesas (nada fácil de encontrar hoy por hoy), una cocina muy apañá y un baño. La próxima vez que haga limpieza os lo enseño.

Y por lo demás, bien. La verdad es que estos meses lo que más me preocupa es trabajar para vivir. Nunca sé si voy a llegar a fin de mes, si los clientes me pagarán a tiempo o si tendré que pedir dinero a mis padres, pero bueno, de momento voy consiguiendo mantenerme y gracias a Dior tengo la suerte de que mi familia más cercana siempre va a estar ahí para ayudarme. Eso, y que no me avergonzaría tener que pedir ayuda (aunque si puedo evitarlo a base de patatas y arroz, lo evito).

Con los clientes, más o menos lo de siempre. He tenido que plantarme con algunos respecto a las tarifas, porque no tiene sentido trabajar todos los días miles de horas para que luego no te llegue el dinero a fin de mes, y bueno, algunos lo han llevado bien y otros no. También me he quitado de trabajar fines de semana (siempre y cuando pueda evitarlo) y me he reestructurado el horario laboral. Nada de trabajar por las noches (también si puedo evitarlo). Obviamente, el capital manda, y si la oferta es buena, compensa echar unas horas más. Pero sólo si compensa.

La vida social, tranquila. Claro está que echo de menos el rollito granadino de salir casi todas las noches a tomar un par de cervezas, a darte una vuelta y acabar de vez en cuando un martes arrastrándote a casa a las 5 de la mañana más p'allá que p'acá, peeeero, aunque quisiera, no me lo podría permitir, así que me he hecho amiga de las series, las películas y los fines de semana de paseos por la ciudad. Eso no quiere decir que me haya convertido en una ermitaña; intento salir siempre que puedo, pero también tengo que comprender y comprendo que los amigos que dejé aquí tienen sus propias vidas, y no puedo esperar llegar y arrasar con todo. Aún así, no tengo ni una sola queja. Adoro las jornadas gastronómicas con Ralph, Sergio, Pablo y Mónika (que volverá, sé que volverá), las noches de maromeo con Rafa e Ileana y las veladas germanas con Marcel, Susanne, Flo, Andi, René, Andrea, Sebastian y todo el que se apunte.

Y respecto al proyecto "corazón roto", pues ahí vamos. Poco a poco voy recuperando la confianza en mí misma, que es lo que más perdí, y a veces me sorprendo pensando en que me apetece volver a la escena sentimental. Bueno, ya es un logro. Y aunque tal vez algunos no lo entendáis, una de las cosas que más me ayuda casi sin querer es la gente de Twitter . Me sigue pareciendo asombroso el efecto que a veces tiene en mí una frase de apenas 140 caracteres de una persona que puedo o no conocer personalmente (y seamos francos, conozco a muy pocos) y que a su vez apenas sabe nada de mí. No sé, me parece entrañable la forma en que se establecen ciertas relaciones: no te conozco, no me conoces, pero quiero que estés bien. Es curioso, pero muchas de estas personas conocen unas facetas mías que dudo que nadie se haya molestado en conocer en la vida real.

Por lo demás, pues bien. Alejarme de casa me esta sentando estupendamente, necesitaba escapar de todas las cosas que me estaban ahogando: las relaciones familiares, los amigos cargantes (que con todo el dolor de mi corazón ha que reconocer que algunos lo son), los malos rollos acumulados, los malentendidos y, cómo no, LA persona. Es curioso, probablemente él ni siquiera tenga idea de nada de esto, pero bueno, la verdad es que tampoco se ha molestado mucho en enterarse. Y ahora ya no me importa tanto. Soy consciente de que no volveremos a ser los amigos que hemos sido siempre, aunque a veces echo de menos esa complicidad y confianza que durante tanto tiempo tuvimos. Aunque bueno, lo que está roto se puede arreglar. Lo importante es poner cada pieza en su sitio. Y por eso, entre otras cosas, estoy aquí. Para encontrarme, reestructurarme y reconfigurarme. Y de momento, yo diría que voy por buen camino.

Señores, seguiremos informando, espero que antes de tres meses. Gracias por seguir ahí.

1 comentario:

Esquinero dijo...

Congratulations.
Hay que tener dos narices para hacer lo que estás haciendo.
Y se te ve bien.
Y se te echaba de menos por aquí :)
Que dure.