Estos días miles de personas en España y en todo el mundo hemos (digo "hemos" porque yo también he participado en las que he podido, y no por un sentimiento de unión hacia la masa), tomado plazas, calles y lugares emblemáticos por doquier. Al principio no estaba muy claro de qué iba nada ni cómo iba a acabar, pero poco a poco el movimiento fue tomando forma hacia una protesta generalizada por la situación política y económica de España. Hasta ahí bien.
Desde mi punto de vista, la base de este movimiento era justo aquello que llevaba mucho tiempo pensando y sintiendo: el hartazgo de tener una clase política más preocupada por el poder individual que por representar a la gente que la ha votado o por querer hacer de España un país mejor. Estoy cansada de leer cifras sobre paro juvenil, cansada de ver a tantísima gente preparada y con ganas de trabajar que no consiguen nada más allá de un contrato basura temporal (cuando no es en negro) y para puestos de baja calificación, cansada de no saber qué pasará conmigo de aquí a diez años, de que los gobiernos cada vez exijan más (más impuestos, más tasas, más años de trabajo, más, más, más) y den menos (menos ayudas sociales, menos puestos de trabajo, menos salidas, menos futuro, menos jubilación, cotización, menos, menos, menos), y, sobre todo, de que a mucha gente ni le importe ni quiera saber nada.
Es cierto que con las acampadas, las manifestaciones y todas estas historias no se iba a cambiar el mundo, básicamente porque el mundo no se cambia en quince días, eso deberíamos tenerlo todos claro, pero aún así, me parecía casi sorprendente que por fin un grupo de personas empezaran a gritar a los cuatro vientos lo hartos, indignados y hastiados que estaban.
Sin embargo, tengo que decir que todo esto me da un poco de miedo: miedo a que se pierda el espíritu que ha unido tanto a gente de izquierda como derecha a moverse de forma conjunta. Porque lo bonito de las acampadas era eso: ver a todos, jóvenes y mayores, de un partido o de otro, unidos por un bien común. Pero esto lo veo cada vez más difícil.
Durante la semana pasada acudí a 3 manifestaciones y asambleas aquí en Berlín. Me parecía emocionante ver a tanta gente de tantos sitios distintos de España expresando por fin algunas de mis mismas preocupaciones y con ganas de cambiar el sistema. Sin embargo, y como he leído por ahí, en España todos llevamos dentro un árbitro y un presidente del gobierno dentro, y eso hace que tirar de un mismo carro sea cada vez más difícil. Algunos de los comentarios que escuché fueron en defensa de que, por poner un ejemplo, las pancartas estuvieran escritas, además de en español, alemán e inglés, en todas las lenguas co-oficiales de España, de que se incluyeran reivindicaciones sobre la mujer, la inmigración y mil cosas más. Y no me malinterpretéis, me parece todo perfecto, pero creo que ese no es el camino. No nos hemos hemos reunido para escribir un programa electoral ni un partido político. No quiero que esto acabe siendo un movimiento "de izquierdas" que excluya al resto de la gente y que además les dé un motivo para criticarlo, como pasó anoche en la sede del PP de Madrid donde un grupo de gente gritaba "Esto es democracia y no lo de Sol". No, queridos, ese no es el camino. Lo que yo quiero es un movimiento unido que genere reflexión, un movimiento que genere nuevos políticos tanto de un lado como de otro, con ganas de mejorar las cosas y de buscar un cambio. Y que ellos se encarguen de redactar los programas electorales, de poner cabezas visibles y de dar discursos. Ese no es nuestro trabajo.
Por eso creo que es tan importante que sigamos unidos, tal vez no tomando calles y plazas, pero sí siguiendo presentes en la consciencia de los ciudadanos. Porque sé que no soy la única que piensa así, y porque me encantaría que llegase el día en que dejaran de escucharse consignas como "dónde están, no se ven, los niñatos del PP" o la antes mencionada "Esto es democracia y no lo de Sol". Basta de eslóganes manidos. Hasta me atrevería a decir que siquiera habría que tenerlos. Basta de intentar poner cabezas visibles a todo que luego sean más fáciles de cortar. Y basta también de manipulación mediática. Basta de trucos sucios y de burlas, tanto de unos como de otros. Basta de jerga comunista, porque no todos la comparten. Basta de desprestigiarnos los unos a los otros. Basta de pensar que cada uno goza de la verdad absoluta, porque no es así. Intentemos por una vez hacer algo juntos. Porque, señores, si no lo hacemos, ¿qué nos quedará al final? ¿Qué clase de futuro nos espera?
Piénsenlo y actúen en consecuencia.
1 comentario:
No puedo estar más de acuerdo. Es un fallo que cabía cometer y se ha cometido, pero todo esto no estaba en los orígenes del movimiento.
De todos modos hay quien dice que da igual el origen o la teoría. Que la verdad está en la calle. Que lo que hay en la calle es la verdad, y que nadie se acuerda de para qué era esto. Que lo que cuenta es la imagen que se ha dado o se ha querido dar (por parte de los medios de comunicación tradicionales o de los propios acampados).
Al final es difícil renunciar a las propias ideas en pos de un bien mayor, y si te entrevistan en la tele y te preguntan cómo cambiarías el mundo, tú no dices que eso da igual y que cada uno tenemos nuestra opinión. Acabas diciendo que hay que ser republicano y hay que nacionalizar la banca.
O yo qué sé.
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