El martes pasado, por la noche, recibí un correo de un nuevo cliente en el que me comentaba que tenía un proyecto muy urgente, que había encontrado mi perfil a través de ProZ y que si estaba interesada le enviase mis tarifas. Obviamente estaba interesada (este mes está siendo una mierda en lo que al trabajo respecta), se las envié y me respondió que perfecto y que no había ningún problema, que al día siguiente se pondría en contacto conmigo.
Así fue. Al día siguiente empezó a pedirme más datos: rellena esto, escanea esto, firma esto, envía esto, completa esto, etc. Todo el día rellenando documentos en Excel, PDF, en bases de datos, etc. Al día siguiente (jueves) vuelve a ponerse en contacto conmigo porque necesita que haga una prueba de traducción; hago la prueba ese mismo día porque necesito el trabajo y porque supuestamente el proyecto era urgente.
Pues esta mañana me escribe para decirme que todo perfecto, genial, unicornios y gominolas y que me manda el proyecto en cuanto le diga cuál es mi tarifa para "descuentos". Me quedo así un poco aturullada, primero porque ya había aceptado mi tarifa, segundo porque no se había hablado nada de descuentos y tercero porque el volumen de palabras no justifica tal descuento y le digo muy educadamente que lo siento, pero que no es aplicable. El señor me da las gracias con mucha amabilidad y me dice que si no estoy dispuesta a bajar el precio tendrá que entregarle el trabajo a otro. Pues ahí te pudras.
Así funciona ahora el mercado: o aceptas la mierda que yo te ofrezco o ahí te quedas, y mire usted, bastante trabajo me está costando abrirme paso en este mundo como para tener que tragar con trabajar horas extra a precios irrisorios. Búsquese usted a otro al que explotar. Si quisiera vivir así habría seguido en la agencia de Portugal o estaría en España trabajando de camarera o becaria por menos de 900 euros al mes. Y no es que ahora mismo esté haciéndome rica ni nada por el estilo, pero si trabajo como autónoma es precisamente para que nadie me imponga condiciones y para poder elegir si matarme o no a trabajar por cuatro duros. Pero volvemos a lo mismo de siempre: mientras haya gente que acepte esas condiciones, el mercado seguirá pidiendo más y ofreciendo menos. En nuestras manos está el cambiarlo.
No peanuts for translators.
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