jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi primera multa

Como siempre tiene que haber una primera vez para todo, y sobre todo con estas cosas, ayer me tocó a mí.

Cuando dejé el trabajo en la Agencia del Mal y me fui de Portugal, le pedí a la nueva chica que se mudó a mi casa, con la que hasta el momento me había llevado bastante bien y a la que incluso le cogí cariño, que por favor controlase el correo y me avisara si llegaba algo importante. No le pedí que me lo enviara ni nada; simplemente, que lo controlara.

Unos meses después de irme, las cosas degeneraron más de lo que ya lo estaban: estos señores no nos pagaban los miles de euros que nos debían, no contestaban los correos, la gente del departamento inició una segunda oleada de dimisiones y la empresa planeaba cambiar de nombre para escaparse de sus deudas. Y en todo este barullo, esta chica fue escalando hasta ser jefa de departamento. Mientras tanto yo le escribía a Dior y a su madre para que nos pagaran lo que nos debían, hasta que, harta de ser ignorada, envié un par de correos bastante cortantes diciendo que o me pagaban, o los denunciaba. Que ya estaba harta de que me torearan. Ahí empezó una orgía de insultos, espionaje y mil historias que no vienen a cuento. El caso es que la chica esta con la que antes de irme tan bien me llevaba, de repente me ignoraba completamente y cuando le preguntaba por las cartas siempre me decía que no había nada. Todo esto porque el Jefe del Mal había prohibido tajantemente a sus empleados que mantuvieran cualquier contacto conmigo so pena de despido (sí, sí, como lo oís, si es que si me pongo a contar historias no paro), y ella se lo tomó al pie de la letra.

Pues por la multa que me ha llegado a mi correo electrónico he deducido que Hacienda lleva meses enviándome cartas a casa avisándome de un pago que desconocía y la muy bicho no ha tenido alma de enviarme un triste correo para decírmelo. Y ahora gracias a ella he tenido que pagar una multa. Nada serio y nada grave, pero joder, me da rabia. Y ahora estoy con la duda de si escribirle y decirle que se ha portado como una cría y que espero que se la devuelvan (sustituir "cría" por "zorra" y "devuelvan" por cualquier otro verbo ofensivo a vuestra elección), o sentir pena por ella, por haberse dejado lavar el cerebro por esa panda de retorcidos y explotadores. En realidad es más lo segundo. Ella piensa que ha encontrado el puesto de su vida, wow, jefa de departamento en la empresa, qué honor, pero para trabajar en esa empresa más de dos años hay o que no tener corazón, o ser un déspota, o no quererte nada, porque a la mínima que tengas algo de orgullo lo dejas y te haces barrendera. Pero ese es otro tema.

Así que nada, sigo pensando que el mundo es una mierda, que la gente es egoísta y mala por naturaleza y que no tardaré en irme a vivir a una cueva y plantar tomates en la puerta.

3 comentarios:

La Conciencia dijo...

Y yo te acompañaré...

Alemanita dijo...

¿Y qué plantarás? Porque si nos vamos a hacer hippies habrá que organizarse bien...

La Conciencia dijo...

Yo me llevo patatas... ¿te gustan las papas? con una poquita de maaría