Últimamente tengo la sensación de ser poco más o menos que una zorra desalmada. Bueno, igual no tanto, pero un poco sí, y es que, aunque a veces me quejo de la poca suerte que tengo en los temas del corazón (negaré haber dicho esto), la verdad es que parece que yo tampoco reparto mucha. En lo que va de año (y me temo que aún no se ha acabado) creo que he hecho daño a algunas personas a las que quiero muchísimo, pero por desgracia, no de la misma forma que ellas a mí. No me refiero a hacer daño a mala sangre, que creo (y corregidme si me equivoco) que no es mi estilo, pero cuando no puedes corresponder a alguien de la forma en que espera, ¿qué vas a hacer si no? Y esto lo sé porque normalmente soy yo la que está al otro lado, escuchando el «solo como amigos». ¿Os imagináis poder escoger de quién te enamoras? Sería todo tan sencillo, equilibrado e indoloro... No me malinterpretéis, soy una optimista incurable porque hace muchos años que escogí ese camino como método de supervivencia; solo digo que, a veces, me gustaría que las cosas fueran más fáciles. Ojalá pudiera hacer algo para ahorrar algunos malos tragos, pero supongo que ahí reside el espíritu del karma, ¿no? Recibes lo que das, das lo que recibes... Aunque qué fue antes, ¿el huevo o la gallina?
Y poco más.
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