martes, 18 de mayo de 2010

El eterno día de la marmota

Todos los días, a la hora de comer, tengo la sensación de vivir el mismo día una y otra vez... Todos los días llega, entra, dice hola y a continuación dice: "vengo que no me ha dado tiempo en todo el día de ir al servis". Todos los días. Después hablamos de la comida. Aquí tenemos dos variantes: o bien dice que "hoy sólo voy a comer fruta,porque no tengo hambre", o elige la forma más sosa de cocinar lo que sea que hayamos decidido hacer. Verás, que me da igual y me lo como de todas formas, pero de alguna manera estoy algo cansada de comer siempre lo mismo e igual de soso. Con razón no me gusta nada...

Llegados a este punto, mis ganas de sonreír y mostrarme simpática han disminuido considerablemente.

A continuación viene la elección de lo que se va a ver en la tele, y aquí sí que tengo que ser rápida y poner las noticias de cualquier canal, porque si se me olvida quitar los Simpsons (que es lo que veo mientras espero), automáticamente el mando a distancia es utilizado para ver programas del corazón y/o de gente gritando. Y eso sí que me pone mala.

La conversación: hmmm. La conversación, como tal, no existe. Más bien viene a ser un monólogo sobre las aventuras y desventuras de sus alumnos de sexto de EGB: que si mira lo que ha hecho hoy fulanito, que si mira menganita lo maleducada que es, que si zutanito ay qué mono que ha hecho un control estupendo y que si mira mi niña que ha quedado segunda en el campeonato de vete tú a saber qué... Durante esta fase me limito a sonreír.

Pero el clímax llega si el día anterior ha habido movida parejil. Eso sí que es la leche. En este caso toca aguantar 45 minutos de quejas y reproches sobre cosas que ni me importan ni creo que deban hacerlo. Los problemas familiares en mi casa se los soluciona cada uno como puede, porque de la misma forma que a mí me atacan por llevar tal camiseta o por dejarme un paraguas en la puerta de la casa para que se seque y a nadie le importa si el tema merece o no las palabras y los gritos que me caen, como comprenderéis, que tú tengas una bronca porque te pases todas las noches haciendo y corrigiendo exámenes de y para tus niños o que llames 3 veces al día a tu familia a mí me la trae al fresco. Tal cual.

Así que nada. Mañana será otro día, sí, pero igual que todos los demás. Y yo cada vez tengo menos ganas de hablar, mirar, sonreír o estar siquiera aquí. Que ya somos grandes de más, y cuando alguien tiene problemas, o los soluciona o cambia de aires. Pero por favor, dejad de usarme como si fuera un comodín, porque ni me voy a poner de parte de nadie ni estoy dispuesta a aguantar los reproches de todo el mundo.

He dicho.

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