Mis padres están en crisis. O para ser más exacta, mi padre y su pareja actual (y de los últimos muchísimos años) están en crisis. La verdad es que llevan mucho tiempo así, pero cada vez es más asfixiante. Los silencios, los comentarios hirientes, las ironías, las lágrimas, las voces...
Desde que tengo uso de razón recuerdo a mis padres (padre y madre) peleándose. No tuve una infancia infeliz ni nada así, pero tampoco fue nada fácil crecer sabiendo que tus padres no se quieren como crees que hacen el resto de padres del mundo. Es inevitable pensar que tú tienes la culpa, son cosas de la mente humana, y bueno, en mi caso fue algo más complicado. Pero bueno, digamos que después de 13 años de vivir en una situación insostenible al final se separaron y cada uno siguió (o no) su camino. Durante esos 13 años os aseguro que aguanté crisis y problemas ajenos suficientes para el resto de mi vida.
Pero luego todo cambió, mi padre, su pareja, mi hermana y yo nos mudamos y las cosas fueron todo lo bien que pueden ir con dos adolescentes y una situación así. Sin problemas graves, la verdad.
Sin embargo, ahora parece que la historia se repite. Las circunstancias no son las mismas, en absoluto, ni mi madre y la pareja de mi padre tienen nada que ver, pero el desarrollo se parece demasiado: lágrimas, reproches, voces, silencios, desplantes... Y luego el consuelo. Porque claro, todo el mundo necesita consuelo en estos casos. El problema es que yo ya no puedo darle consuelo a absolutamente nadie. Supongo que debo parecer fría e inhumana, pero es así: mi capacidad de consolar y escuchar con sinceridad se han ido, y no sólo con mis padres, sino con todos. Estoy saturada de escuchar problemas y desgracias ajenas. Por una vez, me gustaría que la gente viniera a contarme cosas buenas, no para restregarlas, sino para compartirlas. Que vengan a hablarme positivamente de los demás, y no a criticarlos continuamente. No quiero ser juez ni verdugo. No quiero ser la hija, la amiga ni la hermana. Quiero ser yo. Quiero irme 6 meses a Berlín y olvidarme de todo lo que se cuece aquí. No quiero okupas, no quiero visitas de más de dos días y por supuesto no quiero compartir mi casa con nadie. Quiero tener mis problemas, no los de los demás. En definitiva, quiero que me dejen vivir mi vida.
Pero no me malinterpretéis: estoy de maravilla; acojonada, sí, pero también encantada con mi próxima mudanza, y no voy a dejar que nada ni nadie me lo estropee.
2 comentarios:
Buf. No me extraña que te duela el cuello.
Jajajajaja. Menos mal que mañana voy al médico y espero que me recete relajantes musculares de esos para caballos que te dejan grogui dos días :)
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