sábado, 27 de junio de 2009

Día de San Juan (São João)

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Hace mil que no escribo por aquí, pero es que entre lo ocupada que he estado y lo mal que están tanto mi conexión como mi ordenador, no ha habido forma humana de poder publicar nada.
[Modo excusa OFF]

El pasado 24 de junio se celebraba en todos sitios el día de San Juan. Como este señor es el patrón de la ciudad de Porto (¿eh, Nuri-Nuri?), nuestro amado jefe nos concedió ese día libre, así que la tarde anterior, martes 23, cuando acabamos nuestra nada estresante jornada laboral, la Nuri-Nuri y su familia tuvieron la amabilidad de acogernos durante 24 horas y llevarnos a la aldea donde vive su abuelita. Y allá que nos fuimos Nuria, Eli, Alba, David, los tíos de Nuria y yo, a Mourão, una aldea de no creo que más de 100 habitantes a pasar la noche de San Juan.

Dior, ¡creo que no me divertía tanto en meses!

En este lugar es costumbre que, esa noche, en la plaza, haya sardinas y vino para todos, así, por la cara. Además, este año (no sé si otros también lo habrá habido) había cerdo asado y un puestecito de cercezas. Al principio, y con aquello de la vergüenza inicial, nos limitamos a engullir cerdo como bestias (ay omá, pero qué rico que estaba, 2 cachos tó grandes con pan de pueblo que me comí), y después comenzaron a aparecer los señores con sus cántaros de vino de cosecha propia, a cual más rico. De hecho, probamos uno mezclado con miel que fue el éxito de la noche (bueno, a mí la miel no me hace mucha gracia, pero aún así estaba tó rico).

Unos cuantos vinos y cervezas después, empezó el desmadre. Allí todo el mundo bailando desencajao, dándonos corridas a la casa de la abuela de Nuria (donde dormíamos) tó borrachos para hacer pis, hablando un portuñol en estado puro y desvariando a más no poder.

Sobre las 12 hicieron la "queima" del gato, que consiste en meter a un gato en un cántaro, colgarlo en lo alto de un árbol, ponerle paja alrededor y prenderle fuego. Cuando las llamas llegan arriba, el cántaro cae al suelo y el gato sale corriendo. Teníamos miedo por Eli, porque si al gato le llega a pasar algo, se nos muere de la pena. Pero no, todo salió genial.

Después, la gente del pueblo fue a acostarse y en plaza nos quedamos los españoles, los gitanos y los borrachos. ¡Una alegría, oiga! Nos pusieron un disco de los Gipsy Kings y no veas la que liamos... Que si rumbita pa un lao, rumbita pa otro, hasta parecía que sabíamos los pasos, ¡jajaja! Yo en realidad sigo pensando que el alcohol distorsionó nuestra percepción, y que seguro que hicimos (o al menos yo) el ridículo más espantoso de nuestra vida, pero visto que nadie se quejó y que me divertí como una enana, prefiero pensar que fue toda una demostración de arte y duende en estado puro.

A eso de las 4 nos fuimos a acostar, después de declinar amablemente la oferta de irnos a una cata de vino de Oporto (eso se llama así) a la bodega de un amigo majísimo de Nuria. La verdad es que me habría encantado probarlo, pero otra vez será.

A la mañana siguiente, y después de haber dormido como una piedra, me desperté con una resaca del copón, como no podía ser menos; pero bueno, nada que un buen almuerzo con la familia de Nuria a base de "lulas grelhadas" no cure (eso también estaba rico, rico). Después, visita turística a Vila Flor, donde viven los padres de la anfitriona, y vuelta a Mourão, a ver la procesión y la misa de São João, misa celebrada al aire libre por un señor cura la mar de mayor y de gracioso. Se quedó un poco atrapado contando la historia de San Juan, pero se le perdona.

Y después de la misa...¡otra vez a asar cerdo! Ay omá, cómo olía... Lamentablemente había que volver a Porto, que al día siguiente había que trabajar. Aunque no vayáis a pensar que el viaje fue aburrido, no señor... Si el de ida lo hicimos en el coche del tío de Nuria, a unas velocidades infernales, con paradita para café y cerveza mientras el Nurimóvil nos alcanzaba, el de vuelta tampoco tuvo desperdicio, pero eso se queda entre los que íbamos en los coches.

¿Conclusión? Yo quiero que la familia de Nuria me adopte. ¡Son geniales! Sus tíos son cachondísimos, ella española y él portugués, y sus padres son súper tímidos y calladitos, pero tan graciosos que me daban ganas de tirarme en plancha y darles besitos y abrazos hasta estrujarlos del todo. Su hermana es simpatiquísima, y espero que se venga un fin de semana a montar una cenita por aquí, y su abuela...¡pa comérsela! Qué señora tan vital y tan apañá, joé.

Las fotos que hice han salido fatal, lo que es una pena. Os dejo algunas que medio pueden verse.


Misa al aire libre, en la plaza donde la noche anterior bebimos y bailamos como perros/as.

Esperando a que saliese la procesión. El señor de verde es el que nos quería invitar a probar el vino de Oporto (qué majo que era, por favor).

Camino de las lulas grelhadas, Nuria, Elisa, el padre de Nuria y su tía.

Vista de Mourão

De izquierda a derecha: Alba, David, Nuria, Elisa y el tío de Nuria.

No se ve, pero en la camiseta pone "Dónde está mi cerveza, mi tapita, mi jamón". Se la trajo Nuria de Granada, qué propio, ¡jajaja!


La mamá y la hermana de Nuria, con ella.



Pues eso. Fueron 24 horas inolvidables.

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