martes, 14 de septiembre de 2010

Un final y un principio

Para quienes no lo sepan, a finales de este mes me marcho unos días a Portugal. La idea era pasar unos días con Nuria, ver su nueva casita de Braga, conocer a sus nuevos amigos, ir a un concierto de U2, ver a algunos antiguos compañeros de trabajo, reconciliarme un poquito con Oporto y, ya que estoy, darme de baja como autónoma portuguesa.

Sí amigos: a partir de octubre espero poder darme de alta aquí en España y empezar a pagar un ojo de la cara para, dentro de 35 o 40 años, poder recibir una pensión de mierda. Pero bueno, no mezclemos temas.

El caso es que sí, que aquí hay que lanzarse, y como el que no arriesga no gana y buena sombra le cobija, todo esto forma parte de mi plan de lanzarme a la independencia a principios de año. ¿Verdad que suena bien? Aunque, sinceramente, estoy acojonada. Intento parecer muy segura de lo que digo, convencerme a mí misma y a los demás de que sí, de que ya llegó el momento, pero en realidad lo sigo viendo crudísimo. La verdad es que me voy a lanzar sin una mínima red de seguridad debajo, y la jugada puede salirme muy mal. Aunque es cierto que no paro de trabajar, los clientes fluctúan de una forma que no me gusta. Es cierto que llevo un par de meses copada por una única agencia, pero tampoco es que últimamente me lleguen muchas otras ofertas. Y ese es mi miedo: lanzarme dependiendo casi exclusivamente de un cliente y que, por azares del destino, deje de enviarme trabajo y no pueda mantenerme fuera de casa. Y sí, siempre se puede trabajar en otra cosa, pero ¡leches!, que no quiero poner copas.

En fin, supongo que ningún comienzo es sencillo y que todo el mundo ha pasado penurias en algún momento de su vida, pero es que veo el mercado y el mundo que me rodea (no sólo en lo que a la traducción se refiere) y no me parece nada halagüeño. Es más; cada día veo más probable que mucha gente de mi generación sea incapaz de independizarse completamente en algún momento, y que lo de compartir piso hasta los 80 años sea la nueva forma de vida.

Vale, no me pondré tan melodramática, pero el hecho es que llevo casi un año de autónoma y viviendo en casa de mis padres y no veo que haya mucha gente en mejor situación que yo.

Real life sucks.

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