La vida en la calle

Esta semana, que por unas cosas y por otras he estado llegando a casa a unas horas relativamente intempestivas para lo que hasta hora está siendo mi vida en Berlín, he descubierto que hay un señor que duerme de pie en la calle. Suena un poco raro, quizá cruel, pero es que es cierto. Primero lo ví el sábado, bueno el domingo por la mañana más bien, pq la fiestuki del Estudielenco en el Sage Club se prolongó bastante...Al salir de la estación de Charlottenburg y andar unos pasos, en un poyete de un edificio junto a la estación había un hombre de pie, apoyado en dicho sitio, rodeado de carritos de la compra y de tetra bricks. Pensé que el señor se había pillado una buena pedalera y que se había quedado dormidito tal cual. Otro día, el miércoles creo, cena de empresa y posterior fiesta en el Café Burger con su consiguiente acompañamiento (pobre Manfred, se quedó conmigo hasta las 4 y pico de la mañana que salía el primer tren pa no dejarme sola, y él destrozaíto que estaba...), llego a la misma estación, y al salir veo al mismo tipo. Esta vez me había comprado un croissant de chocolate recién hecho y lo miré con recelo por si cuando pasase a su lado me gruñía y me quitaba mi delicioso bollito (oye, que cosas más raras me han pasao, y si no a mí, le han pasado a Selva, jajaaj!). Pero cuando lo volví a ver el jueves a la vuelta de la fiesta de despedida de Reyitas (un beso wapa, que en marzo nos vemos!!), pensé que igual no estaba tajado, sino que realmente dormía así. Anoche, que volví a pasar un poco tarde por el mismo sitio y ya estaba él durmiendo, me di cuenta de que los tetra bricks que tenía no eran de vino (cosa que me habría sorprendido ahora que lo pienso, pq aquí aún no he visto ninguno), sino de té. Así que ha pasado de darme miedo a darme lástima (aunque si algún día me gruñe me cago viva). No es que mi cama sea una maravilla (mis visitantes pueden confirmar que no), pero eso de dormir de pie, aunque a Grigori le vaya bien (jajaja) no tiene que ser muy cómodo...