sábado, 30 de mayo de 2009

De jefes decepcionados y empleados insultados

Hace mucho que no os cuento nada, y es que esta semana ha sido de lo más movida en lo que al plano laboral se refiere. La "crisis" está afectando no sólo a la economía de la empresa, sino a los corazones de la gente, hasta el punto de que están siendo corroídos por el fantasma de la codicia, el chupaculeo y los golpes bajos. Supongo que cuando la seguridad deja de existir, la gente se aferra lo que tiene con uñas y dientes, sin importar que "eso" sea una auténtica mierda, y que "uñas y dientes" implique descalificar a los demás o lavarse las manos a la mínima ocasión.

Mi conclusión de esta semana es que la gente, por naturaleza, es mala.

Y si hablamos de mis jefes, la temperatura sube. Lo de esta pareja creo que ya no tiene nombre. Ya no es sólo la historia esta de que el empresario siempre mira hacia su lado y bla, bla, bla, que ya me la sé, sino que, además de eso, son tontos, porque se están cargando lo que les queda de empresa. Minan el ánimo de los trabajadores, nos insultan (al menos, yo me sentí así en la reunión del lunes) y retrasan los pagos durante más de un mes; por supuesto, las horas extra siguen sin pagarse, el ritmo de trabajo no disminuye (más bien al contrario), y el número de palabras diario exigido tampoco baja. Pues tú me dirás.

Por eso, el día que la z***a de la mujer del jefe dijo aquello de que los españoles "la habíamos decepcionado" cuando nos negamos a irnos a trabajar a un zulo sin agua, baño ni sillas durante la semana de la crisis de los trados, después de que nunca, NUNCA, hemos fallado un trabajo, hemos hecho las horas extra que han hecho falta y nos las hemos apañado para hacerlo todo con unos medios que la mayoría de las veces dejan mucho que desear, después de la cantidad de dinero que facturamos para ellos y de que, además, lo hacemos todo con una sonrisa y lo mejor que podemos y sabemos, después de eso, está "decepcionada", ese día me di cuenta de que mi futuro aquí como tal no existe. No quiero trabajar para personas que me traten así. No espero un reconocimiento por mi trabajo, pero tampoco voy a aceptar que lo desacrediten.

La verdad es que ese día se dijeron tantas cosas, y todas tan malas, que no sé cómo no presentamos la dimisión inmediatamente. Pero es una cuestión de tiempo. Montse se fue el jueves y Alba se va en julio; a David, Eli y Shaila les cumple el contrato en julio y se están pensando en renovar, y por mi parte, estoy buscando trabajo para poder irme también.

Ojalá la empresa tuviera que cerrar y nos indemnizaran a todos. Al menos así, podría ponerme en contacto con sus clientes lícitamente y buscarme las castañas por otro lado.

En fin, que después de esta pequeña "rajada" me voy a comer, que ya toca.

1 comentario:

Ángel dijo...

Ay qué recuerdos más malos de mi antiguo curro me vienen al leer esto. Mucho ánimo para seguir adelante y mucha suerte, pero en definitiva quédate con que a uno le entra un alivio bien grande cuando sale de un sitio así.