Anoche, como por obra divina, Eli se decidió a acompañarme al Guincho a echar una cerveza. Digo por obra divina porque llevaba desde el lunes diciéndole que por qué no íbamos, que iba a ser una cervecita sólo, etc. Eso sí, el día anterior me acompañó al Maru's a tomar una Caipirinha de Martini, que no veas cómo estaba la 'japuta.
Naturalmente, nunca es una cervecita sólo...
En fin, el caso es que fuimos nada más abrir. Estaban sólo Leandro y el súper DJ (que ya tiene nombre y es "Nando", hmmm, Nando, que te la cojo andando, ¡jajajaja!), y mientras nos tomábamos la segunda cerveza Eli y yo nos miramos en un momento de comprensión mutua mientras pensábamos a la vez "¡Mierda!".
Ese "mierda" quería decir: "¡Mierda, que me veo viviendo en Porto más tiempo del que yo pensaba!"
Sí señores, esta ciudad no deja de sorprenderme. No es el sitio más bonito del mundo, ni el que más marcha tiene (que no la tiene) ni nada por el estilo, pero tiene unos sitios y unos personajes muy especiales con los que no me importaría pasar una temporadita. Ese Leandro, esos traductores, ese Ricardo y su "força, força", ese hombre de los bocadillos (del que, por cierto, estoy pasando 3 kilos), ese jefe mío tipo DJ Kun, ese Jardim do Morro, esa Ribera, ese bar de motoristas, ese Guincho, ese Piolho, esos nenes de la puerta de la Rectoría los sábados por la noche, ese Nando (hmmm, Nando)...
En fin, que todo se andará y no hay que hablar demasiado alto. De momento, sólo decir "que estoy bien aquí, en mi nube azul, todo es como yo lo he inventado"...
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