Para pasar una tarde perfecta sólo se necesita:
- Música
- Sol
- Chocolate
- Extras
En mi caso, ha sido de la siguiente manera: nos hemos ido a Monachil, a la tetería argentina que ahora es francesa. Nos hemos sentado en la terraza de cara al sol, a las 7 de la tarde, a ver atardecer. En la plaza había una preciosa francesita cantando en francés y portugués acompañada a la guitarra por un guapo muchacho. Mientras el sol nos tostaba la piel y sonaba esa agradabilísima música de fondo me he comido un trozo de tarta de chocolate. Y para rematar, la dulce Lúa dormía a nuestros pies. Ha sido un momento intensamente mágico.
Después, para rematar la noche, nos hemos ido a la Bodeguilla y nos hemos puesto ciegos de comer. Me he hartado de croquetas (Dior, cómo me gustan las croquetas) y jamón serrano. Y para terminar me he comprado el último disco de Mónica Naranjo y de vuelta a casa Javi me lo ha puesto en el coche.
¿Se puede ser más feliz?
Sí, porque mañana voy de cafés con la pequeña Pe por la mañana y a comprarnos cositas al Woman Secret y al medio día he quedado para comer en la mejor compañía posible.
No se puede pedir más.
Alemanita se va feliz cual perdiz a su mullida cama.
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