martes, 4 de septiembre de 2007

Convivencia familiar

Desde luego, hay cosas que nunca cambian, como los roces familiares. No ha pasado nada grave, ha sido una tontería, pero me he dado cuenta de que esas cosas nunca cambiarán, y de que tengo muy pocas ganas tanto de producirlas como de sufrirlas. Hoy ha sido una chorrada, como que ha llegado Ana de la calle, yo tenía el aire acondicionado puesto y me ha dicho que hoy no hacía falta enchufarlo, que no era un día especialmente caluroso. Le he contestado que yo sí tenía calor, entre otras cosas porque el portátil suelta mucho calor, y así se recalienta menos. Además, que lo he puesto sobre las una de la tarde. Total, que Ana se ha quedado en el salón leyendo (no le molestaría el aire, digo yo), y cuando ha llegado mi padre y ha dicho que hacía frío en el salón, no han pasado ni dos milésimas de segundo cuando ya estaba escuchando esa típica frase de Ana de: "¿ves? si se lo he dicho, que hoy no hace día para eso, que a saber desde cuándo lo tenía puesto, que le he explicado los motivos y que ha hecho lo que ha querido. Además, hasta la manta estaba en el sofá".
Se me ha quedado una cara de panoli increíble. Primero, que la manta era de mi señora hermana, a la que me he encontrado esta mañana durmiendo en el sofá cuando he bajado a desayunar y que no se ha molestado en responder el teléfono, que ha sonado unas 40 veces hasta que tuve que levantar de la cama a cogerlo. Después de eso, cuando he bajado, la señorita se ha subido a dormir a la habitación de mis padres hasta las 1.30 de la tarde. Pero claro, eso no se lo puedo decir a mis padres, porque le dirían que si a eso es a lo que se dedica por las mañanas en vez de estudiar, cosa que..en fin, allá ella.
Lo segundo, y lo que más me ha molestado, es el tono en que Ana dice a veces las cosas, haciendo que parezca siempre que ella me ha dicho algo de forma detallada, correcta y suave, y que yo he respondido gruñiendo o algo así, como si fuera subnormal. Y claro, pues así empiezan los malentendidos y al final acaba mi padre siempre cabreado conmigo y yo flipando porque sólo quería estar a menos de 40º en una habitación calurosa y con dos ordenadores encendidos. Pero bueno, que está visto que esos detalles jamás cambiarán, y que no importa lo responsable que sea o deje de ser, el tiempo que esté fuera o dentro de mi casa ni las obligaciones que haya cumplido. La familia siempre es la familia, para lo bueno y para lo malo.

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