Ayer, la pequeña Anita celebraba su 25 cumpleaños con una riquísima comida a base de kilos y kilos de cuscús y una posterior juerga nocturna con litros de vino. Mientras algunos aprovechábamos la tarde para descansar entre fiesta y fiesta, otros optaron por seguir en casa de Ana jugando al póker y vaciando botellas de rioja.
Por la noche decidimos volver a juntarnos para jugar al quinito. Para quien no sepa lo que es, digamos que es un juego de dados cuyo objetivo es que los jugadores beban chupitos, chupitos y más chupitos. De ahí pasamos a otro juego mucho más brutal con cartas en el que los cabritos de los hungaritos no paraban de mandar chupitos unos a otros y surgieron los piques tipo "¿que me mandas que me beba dos? ¡Pues ahora te bebes tú 5!", y así pues...En fin, digamos que bebimos muuuuuuchos chupitos...
La verdad es que aún no me explico cómo llegué completamente sobria a casa (aunque con un ligero dolor de estómago), y más teniendo en cuenta que algunos acabaron vomitando las higadillas y otros bebiéndose hasta el agua de los floreros.
Lo mejor de la noche, la Wii de Anita, ¡jiji! Soy un hacha de los bolos, y en mi primer entrenamiento salió que mi edad física era de 67 años, ¡jajajajaja! Estoy deseando volver a jugar, ¡es brutal! Y a ver qué nos depara esta noche...
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