viernes, 24 de abril de 2009

Culebrón

Aún a riesgo de ser una pesada, y de que estéis hasta las narices de leerme siempre sobre los mismos temas, hay cosas que resultan tan indignantes que no puede evitarse recurrir constantemente a ellas. Es como si supieras que tu vecino se dedica a robar cachorillos para luego matarlos y hacerse ropa con sus pieles, al más puro estilo Cruella de Vil, y tú no pudieses hacer nada por impedirlo, porque, de denunciarlo, la Protectora de animales se llevaría a los perrillos y tendrían igualmente que sacrificarlos por falta de espacio. Bueno, tal vez no sea la mejor metáfora, pero es lo primero que me ha venido a la cabeza.

En las últimas semanas, como no podía ser de otra forma, el tema estrella de nuestras conversaciones está siendo el trabajo. Me parece increíble que, a día 24, la mitad (o más) de la empresa aún no haya cobrado. En serio, es indignante. Y sobre todo porque, por mucho que se empeñen en querer hacernos creer lo contrario, dinero tiene que haber; básicamente, porque el nivel de trabajo no ha bajado (vale, los dos últimos días he tenido poco, pero ha sido el descanso del guerrero y además estoy enferma). En fin, el caso es que no me creo que ningún cliente pague a tiempo.

Creo que ya hemos pasado por todas las fases posibles, aunque no sé en qué orden: preocupación, inquietud, miedo, comprensión, indignación, pasotismo, enfado, rabia y resignación. Por algunas de estas, además, hemos pasado varias veces. Yo, la verdad, no tengo muy claro en cuál estoy. Miro a la gente, escucho las conversaciones, intervengo en algunas y hasta tengo mis momentos de exacerbación; pero después, siempre intento sentarme, digerir todo lo oído y expresado y emitir un juicio más o menos objetivo, al menos para mí.

Aunque la verdad es que esto se está poniendo difícil...

Mi opinión: creo que se deberían empezar a tomar medidas. Basta de desinformación. Quiero saber por qué los peores parásitos de la empresa, aquellos que no hacen nada excepto pasarse 6 de las 8 horas de trabajo fumando en la calle y las otras dos llegando tarde o saliendo antes, cobran religiosamente, mientras que los que damos el callo (también religiosamente), nos dejamos los cuernos y, en otras palabras, generamos los ingresos, tenemos que estar haciendo malabarismos, compartiendo sueldos y rezando por que no se demoren mucho más en pagar, porque a lo mejor mi casero no entiende que pueda tardar un mes en pagarle (no es mi caso, pero sí el de otras personas). Queremos ver las hojas de pagos. Queremos ver las cuentas de la empresa. Queremos saber qué pasa con el dinero.

Además, me toca especialmente las narices que el jefe aparezca por la empresa cuando le sale de los huevos para decirnos que, para solidarizarse con nosotros, no va a cambiar el motor de su Porsche hasta que no cobremos todos (eso fue el mes pasado). ¿Puede alguien decirme cuántas veces ha pasado por la empresa desde que empezaron los "atrasos"? Porque esa es otra; a mí se me caería la cara de vergüenza si fuera ellos, desde luego.

Tenías razón, demasiada información te mata por dentro. Espero que salga pronto alguna oferta de trabajo de donde sea, porque esto tiene menos futuro que la Britney Spears en una peli de Tarantino (eso, por lo menos, tendría gancho).

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