sábado, 21 de julio de 2007

Y la segunda parte del día: la fiesta

Bueno, pues como decía en el post anterior, todo lo que compramos por la tarde había que bebérselo por la noche, y como para eso nunca faltan voluntarios pues...Ea, todo el mundo en la cocina! Se bebió cerveza, vino, Cacique (que su puta madre, 19 euros la botella), sangría y no bebimos matarratas porque no había. Christian se pilló una pedalera que pa qué, y Andy tres cuartas partes de lo mismo. En fin, que ahí estuvimos echando unos futbolines, viendo el ya famoso vídeo de Marcel y Carlos andando en calzoncillos por las calles de Berlín, riendo, charlando y demás. René estuvo la mayor parte de la noche ausente, aunque luego se animó un poco. Como siempre, con mi mejor amiga, claro. Pero bueno, la verdad es que un poco paso de él. En fin, que queríamos ir al Knaack, pero no nos dejaron entrar porque decían los porteros que Sebastian llevaba una cara de taja demasiado grande, cosa que no era cierta; bueno, tal vez la cara, pero era de los pocos que más o menos iba bien. En fin, que volvimos a acabar en el Magnet, y a mí es que ese sitio ya me trae demasiados recuerdos, y sólo he estado tres veces... En fin, que estuve cuidando de Christian, que cuando se pone taja tiene las manos tela de largas, y poco más...La verdad es que me dio un poco de bajón y no me apetecía bailar. Además, pese a todo el alcohol que bebí, estaba asquerosamente fresca, y así no se puede. Luego además me entró hipo, me salí fuera asqueada de todo, Marcel y Cjristian ya se habían ido y yo debería haber hecho lo mismo. En fin, que me senté fuera y vino René a verme, y yo flipando por que se tomara esa molestia. Me quitó el hipo no me acuerdo cómo, m ellevó dentro, y dos minutos después me fui. No me apetecía estar allí con mi mejor amiga, René y un par más con los que apenas tengo relación. Además, estaba cansada y tenía hambre, así que me fui. Por el camino pillé un Döner y en la tienda un muchacho que acababa de salir de una disco me sonrió. Le devolví la sonrisa y me fui. Diez minutos después me alcanzó de camino a Alexandreplatz. Estuvimos hablando y tal, y yo sólo quería irme a casa. Cuando llegamos al U-bahn me propuso que fuéramos a dormir a su casa, y pardiez que estuve a punto de hacerlo, pero al final pensé que la verdad es que no me apetecía nada...
En fin, que llegué a casa, me acosté y eso fue todo. A pesar de que empezó como una noche cojonuda, no acabó igual. Me tendría que haber ido con estos dos para casa, que por lo que me han contado, se pasaron el camino de vuelta tirándose piedras y botellas. Nota mental: ir siempre con Marcel y pasar del otro personaje.

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